Era el imprescindible, el que siempre estaba disponible, aquel al que siempre se le podía pedir ayuda. Pero se nos ha marchado.
San Pedro le preguntó al P. Víctor si sabía de alguien que pudiera ayudarle a hacer algunos "arreglillos" en el cielo y le contestó que claro que sí. Había que llamar a Fray Pedro.
Y así fue. Ayer lo llamaron para hacer algunas tareillas de esas en las que, mientras sus fuerzas se lo permitían, estaba enfrascado.
Fue el "otro abuelo" de los niños de la parroquia, el conseguidor de los materiales más inverosímiles, el apoyo para todas las actividades, el ejemplo de constancia y de perseverancia a pesar de su constante mala salud de hierro... "pero de hierro oxidado" (como él decía).
Repartía cariño y amor y, aunque le hacíamos enfadar, siempre las aguas volvían al remanso.
Toda la parroquia vuelve a quedarse otra vez un poco huérfana. Esta tarde a las seis estaremos todos para decirte no adiós si no, si Dios quiere, hasta luego.
Te lloraremos pues es humano el llorar en estos momentos por alguien a quien se quiere. Pero la fe nos dice que no es un final, es el inicio de una nueva vida más plena.
Rezaremos por tí y daremos gracias a Dios por haberte puesto en nuestras vidas y, "¡Oyes tus!", no hagas muchos estropicios en el cielo y no te olvides de interceder por nosotros. Descansa en paz Fray Pedro.